Por fin, en esta semana  llegó lo normal y propio de una estación otoñal, la lluvia y el frio. Es lo que dicta la naturaleza, y tiene que ser así para mantener el equilibrio natural.

El frio nos trae cambios de hábitos, de vestimentas, de alimentación, y también nos trae la gripe, el resfriado, la bronquitis, la amigdalitis, la rinofarigintis.

Es aún pronto  para conocer la cepa de  gripe que en la próxima estación  invernal vamos a tener, y la  virulencia con la que va actuar. Aunque si tenemos armas  valiosas y eficaces  como son  la prevención,  y concienciación de la salud  y que podemos desde  este momento  empezar a actuar, y el cual me motiva  colgar este post.

Pasamos más del 80% de nuestro tiempo en entornos cerrados, en establecimientos y espacios en los que la calidad del aire y del ambiente en general deja mucho que desear en cuanto a salubridad se refiere.

Si nos centramos en nuestros centros de trabajo en el que una infección de gripe de un solo empleado puede generar una infección integral en toda la oficina, provocando que  varios empleados enfermen a la misma vez, y por el mismo virus, con las consecuencias de la caída de la productividad y absentismo que esto provoca en la empresa.

Las organizaciones en general,  disponen de un instrumento  eficaz  y contundente para prevenir y atajar  estos inconvenientes y en ocasiones verdaderos problemas. Me refiero a los servicios profesionales de limpieza, y del que no se saca partido al gran potencial  que dispone para reducir estos impactos ambientales negativos.

En muchas ocasiones  son las propias empresas de limpieza las que desconocen sus propios argumentos y finalidad social.  Motivado por el intrusismo, por la guerra de precio, por la ausencia de cualificación. Además de factores como la expectativa, percepción del servicio y la importancia que este representa para el usuario/cliente. Es un cóctel que desmerece injustamente la importancia que ejerce  este sector profesional en la sociedad en la que vivimos.

La limpieza ha dejado de ser una cuestión de valoración en su calidad,  basada en la percepción en cuanto al tópico  que si huele bien, hay espuma en el cubo de fregar y existe ausencia de suciedad visible,  entonces es que está limpio. Hoy en día existen  medios  y herramientas innovadoras para demostrar fehacientemente que este concepto es erróneo, son muchos  e importantes los avances logrados en esta industria.

La suciedad que hay que eliminar de los espacios, superficies y elementos cotidianos que nos rodean, la que hace daño  a nuestra salud cuando enfermamos, la que provoca incidencias y molestias en nuestro entorno familiar  a nuestra  vida cotidiana, al funcionamiento normal de las empresas y organizaciones  es la que no se ve, y es a la que menos atención se le presta. Y se llaman virus, bacterias, hongos, ácaros…..

Una empresa de limpieza debe ofrecer las mejores prácticas de trabajo, los medios y conocimientos  para  limpiar  de forma  correcta y profesionalizada las distintas áreas y superficies  que se precise para  reducir los focos de infecciones, la contaminación cruzada y colaborar en mantener a las personas sanas.

Las organizaciones ganaran en eficiencia y  ahorro de costes derivados del absentismo laboral, además de  mejorar el  clima laboral y confort de las instalaciones.

Disponer del  compromiso y responsabilidad  de un  servicio de limpieza e  higienización  de  instalaciones que aporte soluciones en la purificación de ambientes es toda una garantía e inversión para  el elemento más preciado de las empresas como son las personas.

 

Jesús Fernández Becerra

CEO en Abrilimp, Soluciones Integrales